Nueve días, si nueve me quedan para soñar detrás de mis respiraderos, volver a ser ese niños que sin salir de los hombros de mi padre ya probaba en mi cuerpo la esencia y la vivencia de ser costalero, volver a ver como mi vieja, si mi viejecita madre la volveré a ver como por su mejilla recorre unas lagrimas de amor que solo tiene un remitente, que solo tiene un dueño ese soy yo y seguiré pidiéndosela señal que ella seguirá viniendo a verme a mi y mi Virgen, y seguiré soñando aunque la edad me ponga la frontera pero no el corazón, el corazón me ha dicho que el no tiene frontera.
Ayer entre en mi casa, la casa del Pequeño Costalero y me sentí envidioso de la juventud que allí estaba, todos echando una mano para preparar los pasos, tenerlos a punto para el día 25 y 26, también me lleno el corazón de una sensación de abandono ya que años atrás cada vez que entraba en el taller me encontraba a mi amigo Enrique liao con la cera , los candelabros, el monte de la señora .......... y ahora que estará haciendo EL, le estará dorando los faroles de guardabrisa a la Madre de Dios, me salí a la calle por la vergüenza que mi abundaba para llorar y le mande un abrazo departe de todos los niños que allí estaban intentando emular lo que hizo siempre.
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